Constatan graves irregularidades en matadero luqueño

La Dirección de Higiene y Salubridad de la Municipalidad de Luque intervino en la mañana de este miércoles la matadería “Maidana”, ubicada en Ykuá Karanda’y. Fue a raíz de denuncias de vecinos por la quema de huesos de caballos, invadiendo el vecindario con un nauseabundo olor, además de la invasión de moscas y hasta buitres. El local no cuenta con planta de tratamiento y los residuos van a parar en un arroyo, según se pudo comprobar.

DE TERROR. Los huesos de caballos son quemados en un horno común, según se pudo comprobar. Los residuos líquidos y sólidos van a parar en un arroyo. El matadero no cuenta con planta de tratamiento.

La denuncia fue presentada en el Municipio por señora Claudia Claudia Gadea.

El reclamo data de varios años, y ante la negativa de la Municipalidad, recurrieron a la radio 94.7 Azul y Oro, y el director de Higiene y Salubridad, Abog. Pedro González, ordenó la inmediata verificación del lugar para corroborar la denuncia vecinal.

“El olor es insoportable, los desechos son tirados al arroyo, y al aire libre depositan los huesos de caballos y luego queman en horas de la noche en un tatakuá, incurriendo incluso en delito ambiental”, añade la denuncia.

La última denuncia fue radicada el 20 de enero pasado contra la propietaria Marta Maidana, quien estaría alquilando a otra persona su local, según comentó Claudia Gadea.

Según Gadea, en la matadería están faenando animales equinos, cuyos desperdicios son tirados a un arroyo que desemboca en el cauce de Itay.

Durante la verificación se comprobó que el establecimiento no cuenta con ningún tipo de planta de tratamiento como para eliminar los restos biológicos que generan a diario y en plena vecindad.

La sangre estaría siendo vertida directamente al arroyo que pasa por la propiedad y por las compañías de Ykuakaranday y Zarate Isla .

“Los cuervos se bajan sobre mi muralla para luego alimentarse de las menudencias de los caballos”, enfatizó la denunciante.

 Agregó que los huesos y vísceras son simplemente esparcidos por el terreno, atrayendo a decenas de perros y cientos de buitres que invaden el barrio.

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